viernes, 15 de diciembre de 2006

Acerca de nada en concreto
Día gris, triste día translúcido, ni opaco ni brillante que se desliza perezoso esquivando la rabia de la frustrante desocupación. Nada que lamentar, nada que achacar al concreto número del calendario, es quizás mal viejo y crónico, es quizás consecuencia de otros tantos días grises anteriores que se superponen en el olvido del tedio. Un mal menor, sí, eso nadie lo niega, la posibilidad de un tiempo perdido sin rencores, pues no se puede lamentar lo ya irresoluble, lo que la fuerza de la odiada costumbre irremediada impone, no más dignidad que salvaguardar, nada de fingimientos vanos que sólo aíslan del amor-odio de la realidad. Demasiadas negaciones…
1-03-06 Aysila La
urence, ф
Tiempo indefinido, se estira perezoso, ambiguo en la duda de la nada, día tras día… Día que sugiere imágenes falsas, ni ruido ni nueces, pero fácilmente enterradas con la ropa que no crece y absorbe las falsas esperanzas de cambio brumoso, nadie lo recordará el año que viene y nuevamente la ingenuidad se hundirá en su trampa. Más tarde, quién sabe con qué fondo y con qué día gris, diré:
-Comienza marzo…
Si la desilusión llega, nadie la estará esperando, los indefinidos evitan definirse, reniegan de la certidumbre que les aterra, aunque piensen que esta vez no será, esta vez podrán con ella. Por fin conseguirán ponerse una máscara decente y ésta funcionará, no habrá nueces, que al indefinido no le gustan. Le gustan las cerezas, pero está acostumbrado a las uvas, el sentimiento violeta ya no lo hiere, ¿qué haría sin él? Se pregunta estremecido. Desde la comodidad ácida de la rutina hay muchos sabores prohibidos, a los que renuncia sin lucha. Hay veces en las que incluso el cielo adquiere una tonalidad violácea, él lo ha visto y le gustaría volar y alcanzarlo. Pero para cuando lo intenta, el incipiente primer fruto verde del sol ya lo ha eclipsado o la madurez de la oscura uva nocturna reclama su preferencia. Él siente lástima por el añil desplazado, quizá alguien debería haberle explicado que el tiempo sólo obedece a sus caprichos y a los de quien lo estableció, al que puede que le gustaran las cerezas, pero probablemente no se detenía a pensar en estupideces. El indefinido sí lo hace y por ello dentro de un año sonreirá mirando el calendario y dirá:
-Comienza marzo…

14-04-06
Viernes santo, día paradójico. Invade cierto respeto el pensarlo que se difumina al abrir los ojos, como el manto de una ilusión, demasiado después, demasiado como para conservar algo. Aún así, es un día relajante, hoy se come pulpo, se limpian las ventanas y continúan las conversaciones. Horas muertas, malgastadas en aras de un cambio, (no tiene por qué repetirse, todo será por fin perfecto), mucho tiempo para pensar, escribir y soñar despierta, si lo miras bien nada parece imposible (esta vez será diferente, seré por fin quien yo quiera.) Si te paras a imaginarlo, cada día es una nueva oportunidad, una hoja en blanco que quiere llenarse de palabras, de palabras que nunca han sido escritas, pero que tienen que estar ahí, ocultas, esperando su momento. Pero nada de esto cambia y cuando el libro está terminado te das cuenta, una vez más, de que los treinta capítulos son en realidad la repetición del mismo. No importa, piensas, escribiré otro. Y esta vez será diferente…

Música que vibra intentando convencer a alguien que pueda comprenderla, sentimientos en idioma extranjero, fácilmente malinterpretables y, por la misma razón, propios. Los dieciséis apuran sus últimos días, raudos y angustiados, se sienten como hojas de otoño en su árbol, mientras un nuevo círculo se dibuja en la corteza y los brotes buscan el sol. Es curioso qué poca importancia tiene todo ahora, alejarse y ver a uno mismo en una burbuja, reírte de lo que habitualmente ocupa tu cabeza, tiempo detenido, que a nadie molesta y, sin embargo, pasa tan rápido…

No me importaría olvidar la burbuja y perderla de vista, la vida allí es agobiante y todo depende de esas decisiones que me veo incapaz de tomar. Quien inventó estos días ilusorios era un indeciso y no seguía las indicaciones de hacer hoy lo que también se puede mañana, premisa a la cual mi responsabilidad y perfeccionismo natural me hace respetar. Aplazar algo no es la solución pero la inconsciencia no comparte estas ideas y los minutos se suceden…

1 comentario:

O gato violeta dijo...

La propia y simple indefinición que ha atravesado el corazón de los hombres durante siglos...